Aprender a afrontar el miedo, cuestión de valentía

Posted by Anabel in Salud Mental

Miedo sentimos todos, no te creas tan exclusivo porque en ello no hay nada de originalidad. Sentirlo no es motivo de vergüenza. Somos unos expertos en el tema y para quien no lo crea así, sólo habrá que recordarle las sensaciones típicas que nos invaden cuando lo experimentamos (no todas a la vez necesaria y afortunadamente): alteración del ritmo cardiaco, malestar gastrointestinal, respiración agitada, inseguridad ante la falta de control de la situación; en suma, inquietud general. Las circunstancias para sentirlo pueden ser tan simples como complejas y es que su categorización es subjetiva, salvo que nos encontremos ante un peligro vital y tangible como un atraco a mano armada.

Y si el miedo en su pluralidad de causas es una emoción común en la humanidad ¿por qué hay personas que parecen vivir ajenos a sus mandatos, mientras otras terminan sometidas y casi aniquiladas por sus efectos? Porque la diferencia radica en la forma como cada uno se enfrenta a el o a sentimientos relacionados con éste, como la angustia o la ansiedad. Hay quienes actúan a pesar de estar atemorizados y quienes se quedan bloqueados.

En su diccionario, la Real Academia Española de la Lengua define el miedo como “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que se desea.” En este marco cabe cualquier motivo para experimentarlo: la idea de ser rechazado sentimentalmente, de no superar una prueba para conseguir un trabajo, de no realizar correctamente un proyecto concreto y así un largo etcétera.

Ante el hecho amenazante, las opciones para afrontarlo ofrecen posibilidades contrarias como la huida /la inmovilidad o la sumisión/la lucha. Pero el hombre es demasiado complejo como para reaccionar únicamente mediante una de esas vías alternativas, así que la dirección que lleve dicha reacción dependerá de su carácter, su personalidad. De las decisiones que tome para afrontarlo dependerá el éxito en la resolución de la situación, cualquiera que sea esta: a nivel sentimental, laboral, familiar o social.

La confianza en sí mismo se presenta entonces como un pilar fundamental para el trabajo de controlar, ya sea al miedo como a sus asociados, la ansiedad o la angustia. ¿La cosa se complica? Para nada. La buena noticia es que, así como todos estamos equipados para sentir temor (si no qué sería de nuestro instinto de conservación), también lo estamos para hacerle frente y discernir de la mejor manera para dominarlo. No importa si se es una persona débil o fuerte, decidida o dubitativa, la cuestión es saber encontrar en sí mismo los recursos para encarar los momentos/periodos difíciles con valentía. No obstante, hay que tener claro que, si aquellas fortalezas/actitudes no han sido desarrolladas, el trabajo de activarlas o adquirirlas requiere por parte de la persona, perseverancia, firmeza y compromiso.

Si no has podido encontrar el camino tú solo o no lo consigues de una manera efectiva y esto está perjudicando tu vida, entonces necesitas un poco de ayuda.

El mapa para localizar las propias herramientas para construir la valentía personal puede ser señalizado fácilmente mediante la Hipnosis Eriksoniana, técnica que abre un canal de comunicación con el inconsciente del paciente, a fin de “despertar” fortalezas (bloqueadas por el consciente) así como de introducir sugestiones que faciliten los cambios de actitud que necesita. De acuerdo con el perfil individual y en pocas sesiones, esta técnica, en combinación con las de EMDR y PNLde ser necesario, consigue la liberación del yugo al que nos puede someter el temor (infundado o no), al poner a punto los arrestos que se requieren para afrontarlos con firmeza, porque, en definitiva, dominar los miedos es cuestión de acciones valerosas.

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